El Ex secretario de Salud, José Narro Robles, declaró que las cifras anunciadas por el gobierno sobre los efectos de la pandemia en México, están siendo manipuladas con intenciones inciertas. Lo que ha ido ganando terreno y ha sido el florecimiento de los llamados a desobedecer las reglas impuestas para mitigar la pandemia.
Las dudas comenzaron cuando la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, comenzó a sospechar que los datos federales y los modelos sobre la epidemia eran defectuosos.
Sheinbaum había ordenado a su personal un nuevo conteo sobre las muertes confirmadas y sospechosas de covid-19. En la última semana, ese esfuerzo encontró que las muertes fueron más de tres veces las reportadas por el gobierno federal.
Y han sido más las críticas hacia el gobierno federal. El gobernador de Baja California, Jaime Bonilla Valdez, se dijo decepcionado ante las cifras oficiales de la epidemia en México. Y Enrique Alfaro Ramírez, gobernador de Jalisco, cuestionó la estrategia de vigilancia debido al tema de las pruebas rápidas, e indirectamente cuestionó los datos manejados por el subsecretario Hugo López-Gatell.
Los gobernadores además solicitaron a las autoridades federales que sean publicadas las cifras que ellos proveen, ya que mencionan, las cifras estatales son reales y no estimadas.
En 22 entidades, las cifras publicadas por gobiernos locales, es mayor que las capturadas en la base de datos de las Secretaría de Salud. Aunque hay entidades que no tienen las estadísticas disponibles para su estado y solo refieren a la página de la Secretaría de Salud.
Por su parte, el Gobierno Federal defendió desde el inicio su apuesta por el modelo Centinela, un sistema de vigilancia epidemiológica que descarta aplicar pruebas de manera masiva a la población.
Basado en fuentes oficiales, el número de pruebas de coronavirus realizado en EE.UU. hasta este jueves 23 de abril es de 14,400 por cada millón de habitantes. En México, no llega a 400.
Con pruebas tan limitadas y dudas sobre los modelos del gobierno, ex Secretarios de Salud afirman que las estimaciones federales sobre cuándo el país alcanzará su punto máximo, la duración de la epidemia y el daño, pueden no ser confiables.
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